Tú y yo coincidimos en la noche terrible

Adrián Silva Moreno

Entre el miedo y la impunidad

 

Adrián Silva Moreno era un periodista que se dedicaba a la nota policiaca en Tehuacán, Puebla, conocido por la eficacia al momento de los hechos de su región. Adrián era reportero del Diario Puntual y de Glob@l México, cubriendo en ambos la misma fuente.

Además de la nota policiaca, Adrián daba seguimiento al robo de gasoductos de Petróleos Mexicanos (PEMEX), un tema con el que ya tenía cierta familiaridad pues mucho antes de su muerte, el 14 de noviembre de 2012, había hecho la cobertura de diferentes atracos y había estado presente en la detención de una de las bandas que operaban en el municipio que había sido detenida por el robo de gasoductos en agosto de ese mismo año.

El 14 de noviembre de 2012, alrededor de las 12:30 horas, una llamada anónima alertó a las autoridades sobre una bodega que contenía grandes cantidades de gas extraído de manera ilícita. Al hecho asistieron elementos de la 24 Zona Militar, el regimiento de caballería motorizada de Tehuacán. Al lugar también acudió Adrián y Misray López González, un ex policía municipal de Puebla.

Silva Moreno y Misray López González fueron asesinados ese día en Tehuacán cuando regresaban de la cobertura de la bodega de combustible. El lugar estaba cerca de San Marcos, entre la Calle 17 Sur y Camino Viejo San Diego; en esa misma dirección encontraron los cuerpos del periodista y su compañero.

Cuando el cuerpo Militar arribó a la bodega, comenzaron los tiroteos entre los militares y aquellos que resguardaban las instalaciones, con la intención de evitar que el combustible líquido fuera retenido.

Cuando el tiroteo terminó y las fuerzas militares decomisaron el combustible; parecía que todo había terminado, que gloriosamente habían hecho la recuperación del gas, que los atacantes habían cedido en el evento y que todo en ese momento estaba solucionado. Pero no, no fue así.

A los pocos minutos del decomiso y cuando todo estaba tranquilo, Adrián y Misray regresaban de la cobertura en su automóvil Nissan Tsuru color guinda; unos metros después de la bodega, un par de camionetas Suburban Ford Lobo los interceptaron en el camino, cerrándole el paso al coche en el que iban para balearlos desde el interior de la camioneta.

Adrián murió luego de un impacto de bala en la mejilla. Su compañero, cuando logró salir de auto corrió para protegerse, pero una de las camionetas Lobo lo interceptó en el camino y le dio un tiro en la nuca, dejando su cuerpo sin vida en la calle.

Los agresores se dieron a la fuga en una sola camioneta, pues el otro automóvil había recibido un impacto en una de las llantas dejándola ponchada e inservible.

Al momento en que arribaron las autoridades para hacer los trabajos correspondientes, encontraron varios cartuchos calibre 38mm alrededor del auto y cerca del cuerpo de Misray. La Procuraduría General de Justicia de Puebla (PGJ), confirmó informó que las diligencias correspondientes quedarían registradas bajo la averiguación 4000/2012/ Tehuacán.

La camioneta abandonada tenía placas del Estado de México con número KY-81023. Luego la averiguación previa 201211050046 se comprobó que la camioneta había sido robada el 5 de noviembre del 2012, sólo nueve días antes de que Adrián perdiera la vida.

El cuerpo de Adrián fue entregado hasta el 15 de noviembre a los familiares y, al momento de ser velado, personas ajenas a el círculo de Adrián intentaron robar el cuerpo a los dolientes. La familia de Adrián pidió apoyo al Gobierno de Tehuacán y fueron resguardados por varios días en su casa por 40 oficiales, hasta que la familia decidió llevar el cuerpo de Adrián a Orizaba, Veracruz, lugar de dónde él era originario.

La Comisión para la Protección a Periodistas (CPJ) redactó el caso y la Organización de los Estados Unidos Americanos (OEA) mandó un comunicado de prensa luego del homicidio. Sin embargo, a la fecha (marzo 2014) no hay ningún detenido por el caso ni denuncias por parte de los familiares y colegas de Adrián ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).

Familiares, amigos y colegas recibieron amenazas luego de los hechos. A casi dos años del homicidio, temen ser violentados. Aunque muchos de ellos esperan que el caso no quede impune y exista una solución por parte de las autoridades.

Información adicional

  • Autor/a: Nayeli Martín del Campo
  • Bio autor/a: Estudiante de Periodismo de la Universidad de Guadalajara. Colaboradora de Radio UdeG Ocotlán, revista Dare it All, Artículo 7 y el Faro Cultural. 

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