Silencio en la cabina
Adrián Gaona Belmonte era un estupendo locutor tamaulipeco que podía escucharse todos los días en La Caliente 93.1 de 6:00 a 8:00 a.m. y de 12:00 a 2:00 p.m., también se dedicaba a hacer enlaces desde centros comerciales como parte del equipo de promociones. Estudió Comunicación en la Universidad México-Americana del Norte (UMAN). En 1998 egresó de la licenciatura y se integró a Multimedios Estrellas de Oro.
Nació un martes 5 de agosto de 1975. Treinta nueve años después, fue privado de su libertad y asesinado: el lunes 25 de agosto, en terrenos del Ejido las Anacuas se encontró su cuerpo acribillado junto al de su amigo taxista, Javier Barraza Vázquez.
Cuando las autoridades fueron notificadas de la aparición de dos cuerpos en aquella zona, desconocían sus identidades. Fue hasta que la familia de Adrián Gaona Belmonte acudió a las autoridades ministeriales para informar sobre su desaparición se supo que, lamentablemente, la descripción física dada por los familiares coincidía con uno de los cuerpos que tenían en el área forense.
En cuanto la noticia de su muerte se dio a conocer en los medios de comunicación, compañeros y amigos externaron su rechazo y dolor por este crimen contra el gremio periodístico y la sociedad civil.
El Cártel del Golfo (CDG) y el grupo delictivo denominado Los Metros se deslindaron del asesinato del locutor y así lo expresaron en mantas que fueron colocadas en puentes peatonales de los bulevares Hidalgo y Las Puentes, así como en la avenida Río Purificación, todas éstas avenidas muy transitadas del área citadina de Reynosa, Tamaulipas. Alguno de los mensajes dejados en las mantas fueron:
“Por medio de este escrito se informa a la población y al gobierno federal y local que el CDG se deslinda de todos los hechos criminales e impunes que han pasado todos estos meses, tales como lo son: secuestro, robos, asaltos y asesinatos, como el que sucedió el día 8 de agosto, donde se encontró ejecutado el locutor Adrián Gaona, a la altura de la carretera a San Fernando”.
“Asesinado impunemente por personas sin escrúpulos, como lo son Junior Cortez ó C2 por eso mismo el Cártel del Golfo les demuestra una vez más, como lo hizo con Erik ó El Mono, a la población y al Gobierno, que dentro de nuestras filas no se permiten este tipo de cosas. La guerra no es con la población ni con el gobierno nuevamente nos deslindamos de todos esos actos arbitrarios que estaban ocasionado (sic) esta persona C2 y su gente, somos totalmente ajenos a estos hechos”.
Hasta hoy, los datos que han ofrecido familiares y amigos a las autoridades, no han arrojado pistas sobre quiénes fueron los responsables de sus muertes y cuáles fueron las razones que los llevaron a despojarlos de sus vidas.
El lunes 31 de agosto, la Comisión Nacional de Derechos Humanos atrajo el caso y comenzó con las investigaciones que puedan acercarlos al móvil de ambos crímenes. Incluso el Ombudsman Nacional, Raúl Plascencia Villanueva, declaró que: “los agravios en perjuicio de los periodistas comprometen a los gobiernos, federal y estatal, a realizar un oportuno y eficaz esfuerzo de investigación que impida la impunidad y el deterioro progresivo de la libertad de expresión.”
Y sin embargo, seguimos sin saber por qué le pusieron la mano encima a Adrián Gaona Belmonte.
Sus compañeros de micrófono, Pakito Medina y Eduardo Hernández, aún no se explican cómo no está Adrián con ellos contagiando su alegría desde la cabina de La Caliente, como es que ya no está PAPÁ GAONA. La radio no ha vuelto a ser la misma.
Meses antes de su muerte, Adrián Gaona había escrito en cuenta de Facebook: “Que triste es no saber el momento en que las personas que uno quiere se pueden ir de tu lado de un momento a otro”. Hoy esas palabras hacen mucho eco en quienes quisieron y acompañaron la vida del locutor.
A Adrián Gaona Belmonte se le recuerda como un amoroso esposo y un padre apapachador de tres niños.