Este proyecto fue primero una voluntad común contra el olvido y la impunidad, luego un libro y ahora esta página que guarda memoria de los periodistas y trabajadores de la información asesinados y desaparecidos en México desde el 2 de julio de 2000, cuando inició la alternancia democrática, hasta el día de hoy.

El libro, que editamos en 2012 y que guardaba las 127 hojas de vida de los periodistas y trabajadores de la información asesinados o desaparecidos durante las dos primeras legislaturas de la alternancia democrática, no está a la venta. Nunca lo estuvo. Sólo fue posible adquirirlo en la página que Goteo.org nos abrió para hacer una campaña de crowfunding que nos permitiera hacerlo. Las donaciones y la colaboración editorial y logística de la UdeG, sirvieron finalmente para hacer 1500 ejemplares que regalamos en el VIII Encuentro Internacional de Periodistas: Los otros caminos de la información, que se celebró en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2012, donde lo presentamos.

Aunque en este espacio virtual, aquel proyecto, lamentablemente sigue creciendo.

Siéntanse libres de difundir este trabajo para hablar de los riesgos que corren los periodistas de México y la situación que atraviesa el país. Éste es un proyecto creado con la filosofía Open Source que otorga implícitamente permiso para reproducir, distribuir y compartir el material publicado en esta web con la única condición de citar su procedencia, en atención a los autores y al conjunto del trabajo realizado. 

 

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Este es un proyecto de Nuestra aparente rendición

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MARIA ESTHER AGUILAR CANSIMBE

La primera mujer desaparecida

 

Recibiste una llamada mientras dabas desayuno a tus hijas y saliste de casa. Les dijiste a tus chiquitas, de 6 y 9 años, que ya regresabas, que irías a unas cuadras a cubrir un simulacro de evacuación en una guardería. La movilización policial a la que habías sido invitada era a 200 metros de tu casa. Ahí saludaste a los vecinos y funcionarios que conocías. Pediste unas fotos que acompañaran tu nota. Anotaste detalles.

La última vez que contestaste el teléfono fue ahí, a las 10:20h de la mañana de ese 11 de noviembre de 2009. Media hora después tu celular se encontraba apagado. La nana que cuida a tus hijas, tu sobrino, tu esposo David, tus familiares llamaron todo el día sin suerte.

Desde entonces nadie te encuentra.

Es como si te hubiera tragado la tierra. A tu alrededor se tendió un cerco de silencio. Nadie hizo pública tu desaparición. Todos tus colegas tenían prohibido informarlo. La procuraduría local pidió silencio a tu familia, no hacer ruido, no fuera a ser que te hicieran algo. Desactivó con ello cualquier presión que hubiera logrado rescatarte.

Hasta una semana después cuando Balbina Flores, la corresponsal de Reporteros Sin Fronteras, recibió un tip y comenzó a indagar e hizo preguntas incómodas, el diario para el que trabajabas, el Cambio de Michoacán, tuvo que admitirlo y publicó la noticia. Tú inauguraste la lista de mujeres periodistas desaparecidas.

En los anuncios sobre tu caso se repite la misma información: María Esther Aguilar Cansimbe, reportera del periódico El Diario de Zamora y corresponsal de Cambio de Michoacán, 32 años, casada, madre de dos hijos.

En casi todos los diarios y reportes de organizaciones de derechos humanos que revisé para redactar esta escueta biografía tuya, aparece la misma foto que te tomaron con el pelo recogido, los lentes sobre la cabeza, aretes largos, la mirada profunda, inquisitiva, como de alguien que no se cree lo que le dicen a la primera.

En el formato que divulgó la procuraduría aparece la leyenda: ‘Ayúdanos a encontrarle’ y entre tus señas particulares mencionan: “Tiene cicatrices en la cara por acné y cicatriz en la pantorrilla derecha. Usa el cabello teñido de castaño oscuro”.

Fuiste una apasionada del periodismo, sin horarios, sacrificando tus descansos. Llevabas una década como reportera, los últimos dedicada a la cobertura policiaca, esa fuente que desde que se desató la narcoviolencia quedó maldita. Tus notas eran valientes, honestas, aunque vivías en Zamora, a sólo 144 kilómetros de Morelia, la capital de Michoacán, el pintoresco estado que era cogobernado por el cártel vernáculo denominado La Familia. Y Zamora, donde vivías y reporteabas, era una plaza importante para ellos.

Bajo la dictadura criminal de estos nuevos amos que corrompieron a políticos y policías, tus denuncias destacaron en medio de una prensa silenciada a tablazos, amenazas, torturas o asesinatos, o arreglada a cambio de billetes Tú pintaste tu raya y seguiste trabajando con independencia.

Aún no sabemos cuál nota fue la que molestó más a tus captores. Por cuál de todas te condenaron a dejar de estar. ¿Acaso fue la denuncia que hiciste contra el violento y abusivo jefe de la policía Jorge Arturo Cambroni Torre, que después de la golpiza que propinó a los jóvenes que entrevistaste tuvo que renunciar? ¿O las notas donde diste cuenta de la detención de dos jefes de La Familia: El 19 y ½, en agosto, y Jorge García Garnica, el Bofo, en octubre, pues quizás al publicarlo frustraste la posibilidad de que pactaran con las autoridades su libertad, como tanto ocurre? ¿O porque, a diferencia de tus colegas, no ocultaste el cateo del Ejército a un lujoso narco-rancho con autos de lujo y zoológico en Ecuandureo, donde fueron capturados tres presuntos delincuentes; entre ellos el hijo de un ex alcalde de Tangancícuaro?

En tus plantes, a futuro -según señalan tus colegas-, estaba terminar de investigar las violaciones a derechos humanos de policías federales y soldados, escrutar la capacidad de la corrupta policía local o pedir rendición de cuentas al alcalde de Ecuandureo.

Fuiste incómoda, eso queda claro. Sabías que corrías peligro, por eso no firmabas tus notas. Te tomaste en serio eso que enseñan en la Universidad de que el papel del periodista es vigilar los intereses de los ciudadanos y servir de contrapeso a los poderosos.

Seguimos sin saber de ti aunque tu familia te sigue buscando y Balbina Flores recuerda siempre que faltas tú. Las autoridades federales y estatales que debían investigar tu paradero son cómplices de tus captores porque perdieron tiempo pingponeando tu expediente y siguen sin avanzar. Son garantes de la impunidad. ¿Qué saben que no dicen?, pregunta tu familia. ¿Qué saben? 

Información adicional

  • Autor/a: Marcela Turati
  • Bio autor/a: Reportera de Proceso, cofundadora de la Red Periodistas de a Pie, autora del libro Fuego Cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco.

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