A Miriam la mataron
Con saña. Con un cúter. Con lujo de violencia. A Miriam Denise Ramos Delgado la mataron. A plena luz del día, dentro de una boutique.
Tenía la habilidad para la fotografía. Trabajaba en la Agencia de noticias Notimex, en Hermosillo, Sonora. Sus rutinas eran cubrir la agenda de eventos que la agencia le entregaba.
La veíamos en el Congreso del Estado, en las oficinas de los partidos políticos, en palacio de gobierno, en la calle, en manifestaciones, siempre con el ojo en la mira y su sonrisa contante.
Tenía proyectos, los construía, de a poco fue alternando la fotografía con la venta de ropa de moda. Se matrimonió con Ramón Valdez, joven de profesión médico y quien en su impotencia construyó una página web donde mostraba a manera de diario, con fotos y textos, su amor por Miriam.
Miriam dentro de su proyecto de vida buscaba la independencia, el trabajo por la libre y seguir a como se pudiera, haciendo fotos. Un día puso una boutique y se dedicó de lleno a trabajar en ella. Un día la violencia, la saña, cerró para siempre el establecimiento, al clausurar el corazón de Miriam.
Nos enteramos una tarde que a Miriam la mataron, y fuimos los camaradas a la funeraria, allí, mientras el llanto de la familia, los amigos, una monja familiar de Miriam, narró cómo le quitaron la vida a la fotógrafa. Nos enteramos entonces por la monja de la capacidad de la crueldad que se ejerció contra Miriam.
Los días sucesivos al asesinato, los del gobierno iniciaron la investigación, los medios se abocaron a la reconstrucción de hechos. Hubo una grabación de cámara de video, que instalada en el centro comercial del bulevar Progreso, captó parte de la historia del crimen.
En el video se aprecia que un hombre entra a la boutique, se mira cómo se abalanza contra Miriam y ella opone resistencia, luego un segundo hombre abre la puerta de la boutique, intenta entrar y se percata de la escena y decide, con pragmatismo, abandonar el lugar. Después ya no hay registro de lo que ocurre en el interior del negocio, porque asesino y víctima en su forcejeo entraron a un espacio donde la cámara ya no pudo captar.
El video estuvo apareciendo por varios días en los noticiarios, y las declaraciones de las autoridades no salían de lo mismo: Tenemos pistas, no queremos inventar culpables, estamos siendo cuidadosos, hay varias líneas de investigación.
Pasaron los días y las mismas frases. En la indignación los reporteros alzaron la voz, las mujeres organizadas en grupos que defienden la inclusión de género en la sociedad, exigieron justicia, en eventos políticos, de derechos humanos, de talleres y conferencias, el nombre de Miriam Denise Ramos estuvo de moda, como esas prendas que ella ofrecía en su boutique. Las marchas de protestas, como ocurre ante la tiranía del tiempo, ocurrieron de manera aislada y cada vez menos, hasta apagarse.
Pasaron los días, han pasado los años, y el caso sigue inconcluso. Hubo un día que la policía mató, en el intento de su captura, a un asaltante de bancos, dijeron los de la autoridad que él fue el autor material del asesinato de Miriam. Luego salió la madre del asaltante para desmentir a la autoridad. Los muchachos de la prensa en su capacidad para la ironía comentaban que la próxima declaración de la procuraduría sería tal vez que el caso de Miriam se resolvería como un suicidio.
Pasaron los días, han pasado los años, lo único cierto es que a Miriam la mataron.
En sus uñas estaba la piel del asesino. Sólo eso como vestigio de resistencia, de un intento por permanecer en la vida.
La autoridad aún no sabe quién fue y mucho menos sabe cuáles fueron los motivos del crimen. Lo único cierto es que a Miriam la mataron.