En los caminos de Dios, la muerte
Rodolfo Ochoa Moreno -quien laboró más de tres años para el área de Sistemas de Multimedios Laguna (Torreón-Coahuila)-, murió el 9 de febrero de 2011 de ocho balazos, dentro de las instalaciones de dicha empresa, específicamente en las que corresponden a la antena de transmisión, ubicada en El Cerro de las Noas, en la colonia Primero de Mayo. Un año tres meses después, los responsables de su asesinato siguen libres. A diferencia de la aversión que suele brotar cuando un periodista es asesinado, a la muerte de Rodolfo (Rodo) la envuelve un cierto halo de indiferencia (¿o hermetismo?) por parte de las autoridades y medios de comunicación que, hasta ahora, “sólo se han dedicado a repetir lo vertido en las primeras notas periodísticas, diciendo y desdiciendo versiones” según su madre. Hijo de campesinos, Rodolfo no fue amenazado por investigar cuestiones de narcotráfico o corrupción, le bastó estar cumpliendo con su trabajo: cuidaba la antena de transmisión cuando -cerca de las 2h de la mañana- recibió los disparos provenientes de un arma calibre 9 mm.
LA IMPOTENCIA, DUELO PERMANENTE
San Juana, madre de Rodolfo, recapitula vía telefónica: “¡Fueron ocho balazos, ocho! Su padre los contó cuando reconoció el cuerpo de mi hijo. ¡Ni la cara le vieron, nomás lo balacearon! Estamos decepcionados con la gente de Multimedios. Hemos ido y venido pidiendo que se haga justicia, queremos que los responsables paguen. Escuche: a nosotros nos llamaron para decirnos quiénes fueron, y se lo dijimos a la coordinadora de homicidios de la Procuraduría General de Justicia del Estado de Coahuila [PGJEC], María del Carmen, pero es la fecha en que siguen libres. Sabemos, y se lo dijimos a la fiscalía, que los asesinos son de la colonia Polvorera; nosotros mismos hicimos el señalamiento a través de fotografías, e incluso los identificamos físicamente. Que la PGJEC y Multimedios den la cara.
No porque mi hijo no era periodista se vale desentenderse del problema, ¡pos sí murió en horas de trabajo! No nos tragamos el cuento ese de que ‘fue el crimen organizado’. ¿Por qué lo dan por sentado?
Por su parte, Sujeid, viuda de Rodolfo, declara: “Diga lo que diga la prensa, a mi esposo pudieron salvarle la vida porque avisó con tiempo que alguien merodeaba los alrededores de la antena de transmisión”. El llanto no la silencia. “Estoy cansada de ver cómo se manipula la información, cómo se hacen de la vista gorda, cómo nos dan la vuelta y se nos niegan. Ésa es la justicia en Torreón-Coahuila: la gente vive con miedo, ya no queremos ni salir”.
¡RODOLFO NO ERA PERIODISTA, ERA UN EMPLEADO!
En cuanto a la PGJEC, quien escribe logra hablar un par de minutos con la coordinadora de Homicidios, la licenciada María del Carmen. Sí, ella habla, a sus órdenes. Hablo para preguntarle acerca del homicidio del ingeniero Rodolfo Ochoa Moreno; ¿cómo van las investigaciones, qué se sabe de los responsables? ¡Oiga, pero Rodolfo no era periodista. Era un empleado! Sí, lo sé. Pero era un trabajador, un ser humano, que es lo más importante. ¿Me podría confirmar su apellido, por favor? Que se lo diga quien le dio mi teléfono. Disculpe señorita, con todo respeto no puedo proporcionarle información. No sé con quién hablo, usted no está presente, no es familiar ni parte de esta averiguación y esto de la seguridad es muy difícil, no puedo darle información, así que si me disculpa tengo mucho trabajo.
Más allá del cerro de las Noas, al ras del pueblo, yace el meritito infierno, la ilusión de un Dios que se desvanece en el hambre de la gente, en una juventud sin opciones; abajo, por donde sólo camina el hombre y la mujer, la verdad: los asesinos de Rodolfo, siguen libres. Abajo, no hay paraíso ni leyes divinas. Hay miedo, impotencia, abandono, complicidad.
Demasiado silencio.