Periodistas: pura gente maldosa
Me piden que, desde Buenos Aires, averigüe qué ocurrió con Pedro Argüello, un periodista desaparecido en Reynosa, Tamaulipas, México, en marzo de 2010. Hay 7.950 km de distancia y no viajaré hasta allí. Nadie quiere hablar sobre lo sucedido y casi no se ha publicado una línea sobre su caso.
Bien, por qué no.
¿Qué es lo poco que se sabe? A principios de 2010, arreciaba la guerra entre cárteles en Tamaulipas. Los Zetas pretendían meterse en la plaza del Cártel del Golfo. Algunos dicen que todo comenzó con un secuestro: los del Golfo habrían tomado prisionero a un hombre de los Zetas. Otros dicen que es por el mero negocio. Tiroteos, cadáveres, terror. El consulado norteamericano en la ciudad cierra sus puertas.
Para marzo de ese año desaparecen varios periodistas. Tres de ellos son del Mañana de Reynosa: Pedro Argüello, Miguel Ángel Domínguez y David Silva. De estos, sólo Silva vuelve con vida, pero no cuenta lo que ha pasado. No hay investigación judicial -sólo hay una denuncia sobre la desaparición de Domínguez-, ni reporte del periódico; apenas un artículo que avisa lo que ocurre y alguna mención en los informes de las organizaciones defensoras de la libertad de expresión.
El norteamericano Comité para la Protección a Periodistas, declara ese año: “En Reynosa, el cártel del Golfo controla al gobierno, la policía e incluso a los vendedores ambulantes. Pero eso no se lee en la prensa local: el cártel también controla los medios de comunicación”.
Escribo primero al colega que dio la noticia al mundo. Logró entrar a Reynosa, avisar y marcharse sin que lo mataran. Me confiesa: “Aquí en México nadie sabe nada de estos casos”. Y me sugiere que escriba a otras dos personas. Lo hago. Una jamás me contesta; la otra me sugiere a otras tres personas. Les escribo: sólo una, que vive en la misma región, me responde. Valerosamente, emprende unas averiguaciones en mi nombre. Poco después, me comunica el resultado. Un colega de Reynosa le explicó: “El asunto es espinozo...conoci a pedro y las circunstancias de su caso...hace unos dias me visitaron relatores de la ONU para derechos humanos y les dije lo mismo...que se comunicaran con sus familiares...aqui no hubo denuncia, ni pesquiza ni nada, no fue el unico...una serie de companieros se involucraron en la situacion de inseguridad y ya sabes...en fin, no es que quiera hacerme a un lado, pero el asunto aun trae muchos pendientes....saludos!!!” (sic)
El Mañana pertenece a la familia Deándar desde hace varias generaciones. Rastreo a Heriberto Deándar Robinson, director y dueño. Me dice que no tiene los datos a mano, pero lentamente reconstruimos algunos: Pedro Argüello era fotógrafo, trabajaba desde hacía algunos años en el periódico, pero también trabajaba en la oficina de prensa del Departamento de Policía de Reynosa. Tenía unos 35 o 36 años cuando desapareció; estaba casado. Cuando pregunto por qué desapareció, llega la aclaración:
- No veo motivos aparentes, editorialmente -me dice.. Tengo muchas dudas de que se trate de un atentado contra la libertad de expresión. No estoy seguro. En estos casos, suele haber anuncios, amenazas previas. Yo no veo eso.
Cuando intento saber más, me sugiere que hable con la esposa de Pedro. La llamo. Me atiende sorprendida. Le explico quién soy, cuál es mi encargo. Sólo le pido algunos datos básicos sobre su marido: su edad, su antigüedad en el periódico, su función. Me responde:
- No puedo darle esa información.
Insisto: le pido que sólo me confirme si los datos que tengo son ciertos. ¿Era fotógrafo? Sí. ¿Trabajaba en el periódico y en el Departamento de Policía? Sí. ¿Y su edad era...? La comunicación se interrumpe de golpe.
Aún no me rindo. Una colega argentina está esos días en Tamaulipas. Le pido ayuda y, generosamente, toma la posta. Pregunta donde y a quién puede, y al fin localiza una fuente que ya no está en Reynosa, ni siquiera en México. Le envío unas preguntas por su intermedio.
Responde: “Platicando un poco del caso de los Silva y Arguello, los conocí a ambos, cubríamos algunas veces las mismas historias policiacas, accidentes, cosas así. Me tocó ver de cerca como ellos empezaban a llegar a cubrir situaciones tan pronto ocurrían o empezaban -más en el caso de Arguello-, a llamarnos a quienes trabajábamos en los medios de comunicación para que cubriéramos las historias que él y el grupo para el cual trabajaba querían. Argüello llegó a trabajar en el Departamento de Comunicación de la Policía en Reynosa; ahí mismo llegaban todos los reporteros policiacos y todos se conocían entre sí, pero ya algunos tenían relación muy cercana con criminales, según se dijo después del secuestro que ocurrió como el 2 de marzo del 2010. De Argüello, lo último que recuerdo fue un incidente que pasó en diciembre del 2009, cuando cubríamos una fuga de un reo. Él me llamó para decirme que me cuidara y que aclarara la situación con criminales de los Z, porque estaban muy molestos. Además de eso, Amancio me había llamado para decirme que me cuidara porque me andaban buscando, digamos que ambos me alertaron de lo que podía pasarme. Esa situación es, digamos, lo ultimo que tuve de contacto cercano con ellos, hasta que me entere de su desaparición”