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Los cimientos ¿de la seguridad?

El Universal El Universal Felipe Calderon

Por Darwin Franco

 

Se abren unas de las grandes puertas de Palacio de Gobierno, al fondo está sentado un hombre impecablemente vestido, éste entrecruza las manos y mira al horizonte convencido de sus decisiones. La imagen cambia y se mira a este mismo personaje con una libreta y una pluma como quien apunta y traza el destino, pero se detiene y mira detenidamente lo escrito: de ese tamaño es el peso de quien toma “decisiones difíciles”.

Firme en su decisión y escoltado por un militar, éste camina por un largo pasillo para después posarse frente a nosotros y decirnos que: “Sabíamos que luchar implicaría grandes desafíos y riesgos muy importantes”; no obstante, ese cambio del singular al plural no corresponde a la imagen del hombre solitario que decidió jugar a la guerra, no empata con la decisión que fue únicamente unilateral y ahora pretender ser una responsabilidad compartida.

 

Culpa que, desde luego, asumió un hombre que al inicio del spot nos dijo que: “por años se dejó crecer la criminalidad mientras muchos mexicanos eran lastimados por ella y pedían ayuda”; por ello, este caudillo libertador pensó que la mejor ayuda para la violencia era emprender una guerra que, según nos dice, no fue pensada “para seis años sino para el México del futuro”.

 

Un futuro que de raíz ha arrancado la vida de más de 60 mil personas, que ha fragmentado el destino de millones de familias y ha hecho crecer la criminalidad y la violencia hasta niveles alarmantes donde, incluso, de nada sirve pedir ayuda.

Pero en el spot este hombre no parece preocupado por estas “bajas colaterales” de las cuales “todos” somos responsables, nada de eso. El personaje siguie ahí hablando y mirando por el balcón presidencial como quien ve la devastación causadas por las llamas y piensa que ha hecho bien, pues: “teníamos que quitarnos la venda de los ojos y actuar”.

Por eso en las imágenes el hombre frunce el ceño con “carácter”. “Con valor construimos los cimientos de un México más seguro y mas justo”; lo dice el hombre escoltado por un militar, en un país que se desangra y en el que muchos están paralizados por el miedo y la violencia por las acciones que “todos decidimos” y de la que el hombre de la imagen que resulta ser el Presidente. El ha triunfado.

Pero en seis años vimos caer los cimientos del Estado y sus instituciones y, hemos visto también la aparición constante de formas de poder vinculadas al narcotráfico y otras redes de delincuencia organizada.

También hemos visto florecer entre la miseria y la violencia, brotes de humanidad y justicia que tratan de sanar y de arreglar la fragmentación que nos ha dejado la guerra contra el narcotráfico. Hemos aprendido que el dolor va dejando de ser una pena y vergüenza personal/familiar para convertirse en participación y exigencia de justicia colectiva. Esos son los verdaderos cimientos que reconstruirán lo que otros nos han arrebatado, los que otros decidieron en soledad y ahora buscan desesperadamente compartir porque el peso de la culpa puede resultar insostenible.

Aunque después este mismo personaje diga, en un segundo spot, que la decisión que tomó hace cinco años fue para “cuidar a las familias y para dejar un mejor país para nuestros hijos”; por ello, dice que se “actúo firmemente y sin titubeos” porque lo que hoy tenemos (obra de su legado) es “un país que no se arrodilla ante el crimen y que se juega el alma por cuidar a su gente”, por ese motivo una de las imágenes de esta realidad alterna, acaba enalteciendo la figura de un hombre que nos ha salvado a mí, a ti, a tu familia  y que, por tanto, merece ser envuelto en la bandera como un héroe porque “su lucha ha valido la pena”.

El hombre está solo, en esa realidad alterna, fuera de cuadro miles y miles están de rodillas y en el suelo. Pero ahí está él, mirando por el balcón presidencial como quien mira un paisaje idílico entre las las llamas.

(los lectores encontrarán los enlaces a los spots en los textos marcados con azul)

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