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La Herida en el Espacio: Pie de página

A la Memoria de  Luis Ongay Flores (UABC)

El espacio es esa dimensión que configura, marca y define la experiencia de las personas. No hay práctica, recuerdo, imagen, deseo, al margen del espacio. A lo largo de nuestras trayectorias de vida, aquellos espacios aparentemente neutros y asépticos, se convierten mediante la relación que guardamos con ellos en lugares, territorios: la esquina del primer beso, la calle en que nos enamoramos, el semáforo que marcaba la llegada al colegio. El espacio está íntimamente relacionado con las personas. No puede ser de otra manera.

En “La risa del espacio” el filósofo español Luis Castro Nogueira, afirma que es posible entender al  “yo como un lugar”, como la superficie de encuentro con aquello que nos constituye/destituye, el yo como un imaginario espacial, como topos: lugar entre los lugares.

Estas ideas volvieron a mí,  al mirar por segunda vez el documental “Pie de Página”, realizado por Paola Ovalle y Alfonso Díaz Tovar para ETNO.MX / 2 VEINTE 22 / LADVITE IIC-MUSEO UABC, un importante proyecto de antropología visual que se adentra en las  ruinas de tres lugares diseñados y construidos por el crimen organizado, para desintegrar cuerpos humanos.

Pie de página, es un viaje al horror que dura apenas diez minutos, los suficientes para lograr adentrarnos en las entrañas de la necropolítica –aquel poder de administrar y gestionar la muerte- y la narcomáquina –la articulación de poderes económicos, políticos, policiacos, delincuenciales. Dicen los realizadores: “Los pies de páginas son notas adicionales o aclaratorias, excluidas del argumento principal, ubicadas en los márgenes. Deben ser marcadas por asteriscos o números”; y añaden “Los desaparecidos en México se han convertido en el pie de página que molesta e interrumpe el relato ficticio de su democracia”.

Pozolear, pozolear, pozolear, pozolear: acción que nombra en narcoñol, la desintegración de cuerpos ya inermes.

Narrativa antropológica al fin y al cabo, Pie de Página, no da tregua; nos convierte en testigos pasmados pero atentos, frente a lo que parece no un acto de barbarie irracional, una locura, una demencia, que servirían para guarecernos bajo algunas de las certezas que aún pretendemos invictas frente al avance de la máquina de muerte; no, a lo que asistimos es a la sistematicidad, frialdad, cientificidad primaria del dispositivo de desaparición: “ la cocina”.

En Pie de Página, a través de los números que los realizadores utilizan para marcar –al margen del relato principal que nos muestra ruinas, tierra, abandono, pobreza, silencio, miedo-, los indicios de una escena previa de horror puro, se abre la pregunta-abismo sobre el espacio como superficie de encuentro –e inscripción-, con aquello que ya ha destituido toda vida, toda persona, todo resto de humanidad. Fin del topos, ¿Colapso de la geografía que imagina Castro Nogueira? El espacio llora y unas madres exigen hacer de la devastación un mausoleo, un sepulcro incierto frente a la incertidumbre. Eso es el dispositivo de la desaparición, un instante que nunca se resuelve. Memoria sin lugar o un lugar terrible para arraigar el recuerdo.

 En qué libro de texto, de segundo o cuarto de primaria, en qué México posible y por venir, podrían incluirse “ las cocinas”, esa herida en el espacio que ha logrado el silencio de las risas. “Red room, red romm” dicen las gemelas en la película “Esplendor” y el enigma se obtura, sin solución, queda el pánico, la imaginación desbordada. La rabia.

Sopla el viento sobre el espacio, marcas de graffiti intentan decir algo, son afásicas, el yo-lugar se ha desvanecido y no hay risas, solamente queda una enorme herida en el espacio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Información adicional

  • Por: : Rossana Reguillo
  • Fecha: 13 de abril de 2015

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